My number one goal for 2022 is to not die.

I love my life and since it’s already February, that gives me eleven months of chances to stay healthy and happy and not die (unless I’m called Home). Here are some of the things I plan to do:

• I will stop, mull over a challenging situation, and choose how to respond when my whole world is going nuts—and even when it isn’t.
• Sometimes there doesn’t seem to be anything I can do in a stressful situation, so I’ll say: It is what it is and let it go. Acceptance of what currently is loosens me up from that paralyzed place where I often make matters worse. When we accept things as they are, we give ourselves the gift of returning to the present moment where life actually happens.
• Every day (or at least 5 days a week) meditation will be a top priority—even above putting on makeup—no matter how many emails want to be answered or how many dishes are crying to be washed. Meditation brings me peace of mind and makes me happy.
• When I really screw up, I’ll ponder it, make amends if it involves someone else, and then forgive myself. It’s important to do for others, but it’s equally important to be good to ourselves. Jesus said, Love your neighbor as yourself, but we often forget the “as yourself” part. Sometimes it’s a good thing that we do forget that second part. If people treat their neighbor as they treat themselves, they might be kicked out of the neighborhood. My father always seemed to know when I was feeling down about myself. That’s when he’d say, in his broken English, “God—He no make junk. You a good girl. You nice. You make people laugh.”
• On January 1, I started the Course in Miracles Workbook. It includes asking the Holy Spirit to take the wheel from this Personality and steer me on the right path.
• I will do my Tibetan Rites of Rejuvenation exercises at least 5 times a week (I still have no gray hair, one of the side benefits of doing The Tibetan Rites) and take my truckload of supplements every day. (Really! It’s amazing how healthy they keep me.)

Once these practices become habits, then all hell can break loose and inside I’ll remain peaceful. Like in that haiku by the 17th century Japanese poet, Mizuta Masahide: “Barn’s burnt down—now I can see the moon.”

Mi objetivo número uno para el 2022 es no morirme.

Amo mi vida y, como ya estamos en febrero, tengo once meses de oportunidades para mantenerme saludable y feliz y no morir (a menos que me llamen a mi Hogar). Estas son algunas de las cosas que planeo hacer:

• Me detendré, reflexionaré sobre una situación difícil y elegiré cómo responder, cuando todo el mundo se esté volviendo loco a mi alrededor —e incluso cuando no sea el caso.
• A veces no parece que se pueda hacer nada en una situación estresante, así que diré: Esto es lo que es y lo dejaré por la paz. La aceptación de lo que es en un momento dado me libera de ese lugar paralizante donde a menudo se empeora lo que está sucediendo. Cuando aceptamos las cosas como son, nos damos el regalo de regresar al momento presente, que es donde la vida realmente sucede.
• Todos los días (o al menos 5 días a la semana) hacer mi meditación será la máxima prioridad —incluso más que maquillarme—sin importar cuántos correos electrónicos quieran ser respondidos o cuántos platos estén pidiendo a gritos ser lavados. La meditación me da tranquilidad y me hace feliz.
• Cuando meta la pata, reflexionaré sobre el asunto, arreglaré las cosas si hay otra persona involucrada y luego me perdonaré. Es importante hacer algo por los demás, pero es igualmente importante ser buenos con nosotros mismos. Jesús dijo: Ama a tu prójimo como a ti mismo, pero a menudo nos olvidamos de la parte “como a ti mismo”. A veces es bueno que olvidemos esa segunda parte. Si la gente tratara a sus vecinos como se trata a sí misma, podrían ser echados del vecindario. Mi padre siempre parecía saber cuándo me sentía mal conmigo misma. Ahí era cuando decía, en su inglés entrecortado, “Dios—no hace basura. Eres una buena chica. Eres agradable. Haces reír a la gente.”
• El 1 de enero comencé el Cuaderno de Ejercicios del Curso de Milagros. Lo cual incluye pedirle al Espíritu Santo que tome el volante de esta Personalidad y me guíe por el camino correcto.
• Haré mis ejercicios de Ritos Tibetanos de Rejuvenecimiento al menos 5 veces a la semana (todavía no tengo canas— uno de los beneficios secundarios de hacer Los Ritos Tibetanos) y tomaré mi cargamento de suplementos todos los días. (¡De verdad! Es increíble lo saludable que me mantienen).

Una vez que estas prácticas se conviertan en hábitos, entonces pueden llegar todas las calamidades del mundo y yo, por dentro, permaneceré en paz. Como dice en ese haiku del poeta japonés del siglo XVII, Mizuta Masahide: “Se incendió el granero, ahora puedo ver la luna.”

Traducción de Teresa Dovalpage